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Lo más habitual en una pareja que lleva cierto tiempo buscando el embarazo es plantearse las diferentes opciones reproductivas, dependiendo de las causas que estén dando lugar a esa infertilidad. En este sentido, el primer método seguido suele ser el coito programado, aunque en muchas ocasiones no suele ser tan eficaz, de ahí que se pase directamente a la inseminación artificial. ¿Realmente merece pasar la pena por el primero? ¡Hoy en MiFertilidad te contamos todo sobre el tema!
Cuando una pareja está intentando lograr el embarazo de forma natural, se encuentra en edad fértil y no lo consigue, el primer paso es acudir a una clínica de reproducción asistida. Ahí ambos miembros se someterán a un estudio de la fertilidad que, según los datos obtenidos, se conocerá qué camino se ha de tomar. El especialista determinará una técnica de reproducción asistida a seguir por ser la más adecuada.
Dicho esto, existen diferentes tratamientos para llegar a esta meta, aunque no existe uno que sea mejor que otro. Es decir, todo depende de las condiciones de la pareja.
En primer lugar, si las pruebas de fertilidad han salido correctamente, la pareja comenzará por los procedimientos de baja complejidad o no invasivos, como es el caso del coito programado. De este modo, se intenta un mayor acercamiento hacia el embarazo natural. En caso de no resultar eficientes, se procederá a las técnicas más avanzadas. Entre ellas, destaca la inseminación artificial.
El coito programado o coito dirigido hace referencia al hecho de mantener relaciones sexuales sin protección durante los días fértiles, controlando así la ovulación de la mujer (de manera natural o con medicación hormonal). De este modo, la pareja intentará el embarazo en los días donde hay más posibilidades de conseguirlo.
Por regla general, es un método indicado para parejas jóvenes que no superan los 30 años y que no presentan ninguna alteración en su fertilidad. Entre sus ventajas destacamos las siguientes:
Por su parte, la inseminación artificial es una técnica de medicina reproductiva que se basa en llevar a cabo una estimulación ovárica leve con el objetivo de desarrollar uno o dos folículos en los ovarios. Después de este procedimiento, mediante una cánula de inseminación, se depositará una muestra seminal en el interior del útero. Por supuesto, el semen perteneciente al varón también habrá pasado por un proceso de lavado, habiendo seleccionado los mejores espermatozoides.
Teniendo en cuenta su definición, es un proceso especialmente indicado en mujeres jóvenes menores de 35 años, con poco tiempo de esterilidad y trompas de Falopio permeables. Respecto a sus ventajas, destacaremos:
Teniendo todo esto en cuenta, desde MiFertilidad esperamos haberte ayudado con el tema y haberte sido de interés. Como puedes comprobar, cada técnica tiene su momento y será el médico especialista quien lo considere, pues ambas permiten aumentar las posibilidades de embarazo. Si aún te quedan dudas o estás interesad@ en acudir a una clínica, contáctanos.
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