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Ya hemos hablado en más de una ocasión sobre la transferencia embrionaria. Se trata del último paso al que se somete la paciente durante el proceso de Fecundación in Vitro y, aunque se trata de una técnica bastante sencilla que no requiere sedación, sí necesita de asepsia.
Y, claro, en sí todo el procedimiento desemboca en una serie de síntomas de los que hoy queremos hablarte en Mi Fertilidad. Si estás a punto de someterse a este proceso o sientes interés, no puedes perderte nuestro nuevo post. ¡Vamos a ello!
Generalmente, las mujeres que se someten a un ciclo de FIV con sus propios óvulos pasan por cuatro etapas perfectamente diferenciadas:
Estimulación ovárica: el procedimiento en el que a la mujer se le administran diferentes hormonas que tendrán como resultado un aumento de óvulos en los ovarios.
Punción folicular: para alcanzar los ovarios y recolectar los óvulos que han crecido en su interior, se introduce una aguja de aspiración.
Preparación endometrial: durante los días previos a la transferencia de embriones, la mujer recibe un tratamiento hormonal basado en estrógenos y progesterona con el fin de aumentar el grosor de su endometrio.
Transferencia embrionaria: finalmente, se coloca el embrión en el útero materno a través de una cánula.
Después de haber superado exitosamente estas fases, la mujer tiene por delante 15 días en los que tendrá que hacer frente no sólo a la incertidumbre y la inquietud por conocer el resultado, sino una serie de síntomas y cambios que pueden darse tras la transferencia.
Por un lado, podríamos destacar el flujo vaginal abundante. Las mujeres suelen experimentar cambios en el flujo vaginal en los días posteriores a la técnica de reproducción asistida. Esto puede ocurrir como consecuencia a las alteraciones en los niveles hormonales y la progesterona administrada.
Otras mujeres llegan a experimentar pequeñas pérdidas de sangre. Estos manchados se consideran completamente normales y suelen desaparecer a los dos o tres días después de la transferencia. Se deben en sí a la canalización a través del cuello uterino.
Por otro lado, también están los cambios en los senos. Cuando han pasado unos días desde el procedimiento, es común que la mujer note cambios en los pechos. Por regla general, suelen estar más duros, hinchados y suaves. También es habitual sentir cosquilleo en los pezones y oscurecimiento de las aureolas. Esto también se debe a la toma de hormonas.
La mayor sensación de fatiga o cansancio también es uno de los síntomas relacionados con la transferencia embrionaria. Esto es a causa del aumento de progesterona, que en un embarazo natural va creciendo su concentración para mantener el revestimiento del útero donde se implanta el embrión.
Cómo no, tampoco podemos olvidar las típicas náuseas. Son un clásico del embarazo en su primer trimestre, pero también de la administración de hormonas. Por ello, puede ser confundido con un síntoma de concepción. No obstante, las náuseas no hacen acto de presencia ni en todas las mujeres embarazadas ni en todas las pacientes sometidas a estas técnicas.
Orinar de manera frecuente también es común en esta técnica, sobre todo en mujeres que se inyectan la hormona hCG. También la ausencia de menstruación, que además nos sirve para sospechar de un posible embarazo. No obstante, es importante destacar que, tras la transferencia de embriones, una paciente debe esperar aproximadamente 14 días.
La sospecha del mínimo síntoma post transferencia produce cierta inquietud y, claro, es totalmente entendible que la mujer se cuestione si lo que le está ocurriendo es lo normal, si debe consultar con su médico o si ha logrado el embarazo.
En este sentido, se recomienda tener calma y sobre todo tener claro que no existe ningún síntoma específico de algo, a no ser que se produzca un sangrado abundante.
Si en los 15 días después de la transferencia de embriones aparece un sangrado incontrolable parecido al de la menstruación, entonces sí hay que llamar o acudir a la clínica de reproducción en el que se haya realizado en tratamiento.
Esto también es recomendable al padecer de dolores agudos y persistentes en abdomen, malestar general con fiebre y cefaleas o sufrir otros síntomas que sean anormales.
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